1. – Relaciones Sin Anticoncepción
2. – Abuso Sexual
3. – Violación
En
la adolescencia temprana, con menos de 14 años, el impacto del embarazo
se suma al del desarrollo puberal. Se exacerban los temores por los
dolores del parto; se preocupan más por sus necesidades personales que
no piensan en el embarazo como un hecho que las transformará en madres.
Si, como muchas veces ocurre, es un embarazo por abuso sexual, la
situación se complica mucho más. Se vuelven muy dependientes de su
propia madre, sin lugar para una pareja aunque ella exista realmente. No
identifican a su hijo como un ser independiente de ellas y no asumen su
crianza, la que queda a cargo de los abuelos.
En la
adolescencia media, entre los 14 y 16 años, como ya tiene establecida la
identidad del género, el embarazo se relaciona con la expresión del
erotismo, manifestado en la vestimenta que suelen usar, exhibiendo su
abdomen gestante en el límite del exhibicionismo. Es muy común que
"dramaticen" la experiencia corporal y emocional, haciéndola sentirse
posesiva del feto, utilizado como "poderoso instrumento" que le afirme
su independencia de los padres. Frecuentemente oscilan entre la euforia y
la depresión. Temen los dolores del parto pero también temen por la
salud del hijo, adoptando
actitudes de autocuidado hacia su salud y la
de su hijo. Con buen apoyo familiar y del equipo de salud podrán
desempeñar un rol maternal, siendo muy importante para ellas la
presencia de un compañero. Si el padre del bebé la abandona, es
frecuente que inmediatamente constituya otra pareja aún durante el
embarazo.
En la adolescencia tardía, luego de los 18 años, es
frecuente que el embarazo sea el elemento que faltaba para consolidar su
identidad y formalizar una pareja jugando, muchas de ellas, el papel de
madre joven. La crianza del hijo por lo general no tiene muchos
inconvenientes.
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